Consejos para el manejo de la ansiedad.
Por Arai González Monroy

La ansiedad está estrechamente relacionada a lo que pensamos, sentimos y experimentamos.
Además de todo aquello que hemos leído y escuchado acerca de la ansiedad, podemos en términos más simples, comprenderla a partir de su propia definición, esta nos remite a experimentar un estado de agitación, inquietud o intranquilidad del ánimo; es además un concepto que se relaciona a la angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, misma que limita la calma y produce estados de nerviosismo particulares.
Una de las características del padecimiento es su relación con factores emocionales y psicológicos de quien la experimenta y los cuales, se acentúan sobre aquellos estímulos o situaciones específicas y claras.
La ansiedad generalmente se produce como respuesta anticipada a una situación futura, es decir, suele nacer a partir de la proyección de miedos ante peligros que aún no llegan y que probablemente no llegarán. Es por lo anterior, que debemos mantener especial atención a aquello que sentimos, pensamos y experimentamos.
Si bien es normal que nos encontremos ansiosos por algún acontecimiento, cuando los síntomas son prolongados y frecuentes, afectan nuestra salud y trastocan nuestro bienestar, es más probable que estemos al borde de una crisis mayor. En este último caso, la ansiedad se cataloga como un trastorno y como la mayoría de estos, es necesaria la atención y el acompañamiento especializado.
En términos generales, la ansiedad tiene vínculos estrechos con la gestión emocional, ya sea adecuada o deficiente, ésta estará ligada a cómo abordamos los sucesos cotidianos y aquellos momentos excepcionales que llegan por sorpresa y lo cuales, pueden hacernos pensar en el futuro con angustia o preocupación.

Algunas señales de ansiedad se reflejan de manera que podemos sentir nerviosismo, agitación, tensión, miedo, preocupación, etc. estas sensaciones suelen acompañarse de tensión muscular, sudoración, hiperventilación, taquicardia y sensación de debilidad o mareo.
La ansiedad involucra una respuesta integral de nuestro organismo, tiene implicaciones motoras, cognitivas y emocionales, es por ello que se suele experimentar, además: cansancio, pitidos en los oídos, tensión en el cuello, hombros tensos, nudos en la espalda, opresión en el pecho, falta de aliento, malestar estomacal, dolor de cabeza, visión borrosa, sequedad de boca, molestias y debilidad en piernas y manos, entre otras.

Es preciso señalar que, además de las complicaciones que trae consigo la misma ansiedad, las personas que la padecen son propensas a experimentar señales de aislamiento social y depresión. En este sentido, es vital comprender el ciclo que alimenta la ansiedad y de esta manera tomar acciones que influyan a su manejo.

La ansiedad cohabita con otros trastornos lo que puede condicionar su naturaleza, su evolución y su respuesta a los tratamientos, pero compartimos contigo algunos consejos que te pueden ayudar: (a) identifica y reconoce las causas que te producen ansiedad; (b) relájate y trata de concentrarte; (c) cambia tus pensamientos, procura pensar positivo y trata de imaginar un mejor escenario; (d) afronta tus miedos, no te aísles, no evites: confronta; (e) ejercítate y a medida de lo posible, canta, baila y sonríe; (f) busca tu red de apoyo, jamás estás solo, busca con quien platicar y compartir; y, (g) si es necesario, contacta con un terapeuta.
Además de las recomendaciones generales, las técnicas especificas te pueden ayudar. Echa un vistazo al siguiente cuadro:

Recuerda que las técnicas siempre pueden complementarse con una alimentación balanceada y ejercicio, estos dos promoverán en tu organismo neuroquímicos adecuados para tu bienestar.
Finalmente, ten presente siempre que, en caso de ser necesario, puedes pedir ayuda.
